viernes, 26 de febrero de 2010

LA NECESIDAD DE UN PROGRAMA DE APOYO EDUCATIVO, CULTURAL, PRODUCTIVO Y ORGANIZATIVO A LOS JOVENES QUE NO ESTUDIAN NI TRABAJAN.

Los jóvenes, los más afectados por la crisis


Los jóvenes han sido uno de los sectores más golpeados por la crisis económica y de seguridad que enfrenta nuestro país. Jóvenes son la mayoría de desempleados que encontramos en los diferentes sectores productivos; jóvenes son también la mayoría de delincuentes que ahora militan en las bandas armadas de las mafias organizadas; jóvenes también han sido la mayoría de los caídos en los combates irregulares y en las ejecuciones que se suceden a lo largo y a lo ancho de nuestro país.

Estos hechos tienen su explicación en el excluyente y deteriorado modelo económico que ha desplazado a grandes sectores de la población al desempleo y a la marginación, y que todavía los sectores poderosos de este país se empeñan en seguir sosteniendo..

Campesinos pobres, indígenas, artesanos, pequeños empresarios han pasado durante estos últimos años a una situación de franca sobrevivencia, y han traspasado hacia abajo la línea de la pobreza. Un sector vulnerable que es el común denominador en todos esos sectores económicos son los jóvenes de 15 a 30 años que no estudian ni trabajan, muchos de ellos han desertado del sistema escolar, desde la primaria, hasta la educación superior.

Ni escuela ni trabajo, un sendero para delinquir

Los casos individuales se suceden irremediablemente, aquellos que continúan en las escuelas de educación básica o media ya no encuentran cupo en las universidades y terminan engrosando,, después de los dieciocho años en que egresan de alguna escuela de educación media superior, las filas del desempleo, muchos de ellos con las condiciones sociales que luego incuban la delincuencia y otros más, quizás cada vez más pocos, que se atreven a cruzar la Frontera Norte para trabajar en los Estados Unidos.

Y si a esto le sumamos los jóvenes egresados de las universidades que no encuentran trabajo, la situación difícil se convierte en una tragedia que prácticamente está echando abajo el bono demográfico que nuestro país tuvo después de los años setenta.

Los últimos acontecimientos en Ciudad Juárez, y el grado de complejidad que conlleva, demuestra que la vía militar y policíaca no es la única solución para enfrentar estos graves hechos que amenazan a la población, no solamente en esa región del país, sino a generalizarla en todo el país, toda vez que las raíces de la violencia están en un deteriorado tejido social y en la falta absoluta de cohesión social que se expresa en violencia, impunidad e inefectividad en la acción de la autoridad para combatir estos hechos.

La vía militar, no es la única. Autoempleo, educación, cultura y organización son fundamentales

Proponer cambios a la Ley del Instituto Nacional de la Juventud trata de ser una contribución a la búsqueda de una solución integral que debe ser multifactorial, no solamente policíaca o militar, al creciente fenómeno de violencia, delincuencia y muerte que enfrenta la población de nuestro país; pero sobre todo la más joven.

¿Qué proponemos? Modificar la Ley del Instituto Mexicano de la Juventud donde adicionamos una fracción en el artículo 3, un segundo párrafo al artículo 4, y una adición a la actual fracción XII y XIV del artículo 6. En general, se propone

La propuesta; cambios en la ley, atención inmediata

1, Crear un programa especial orientado al apoyo al sector de jóvenes que no estudian ni trabajan en este país y que de acuerdo a cifras oficiales, asciende a cerca de siete millones y medio de personas.

2, Constituir con este programa, un fondo financiero que permita garantizar acciones encaminadas a atender la problemática de este sector de la población, Acciones que tengan que ver con oportunidades de capacitación, de autoempleo, educativas, culturales y de organización social.

3, Conformar un sistema de observatorio de la juventud que permita identificar, diagnosticar y diseñar las mejores acciones para atender la problemática de los jóvenes atendiendo las particularidades regionales, sectoriales y sociales. Nadie está observando integralmente a los jóvenes, todos están en otros temas, quizá en las consecuencias mas que en la raíz de los problemas. Estos observatorios deberán tener una condición ciudadana, asesorados por entidades académicas y con la capacidad de hacerse escuchar por las autoridades municipales, estatales y federales.

Quizá estas iniciativas no constituyan, en si mismas, una solución al grave problema de la falta de oportunidades a los jóvenes mexicanos en el presente, pero si deberán ser parte de un gran esfuerzo que ataque la raíz de muchos problemas que amenazan con desbordar todo el marco institucional de nuestro país.

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