martes, 14 de febrero de 2012

LOS SUEÑOS DE CHAYITO


Salir a recorrer los pueblos de Nayarit siempre abre una caja de sorpresas. Miles de vidas se entrelazan para dar paso a la realidad que se palpa todos los dias donde nuestros conciudadanos viven, trabajan y, muchas veces, sobreviven o mueren. En un estado que ahora se convulsiona, secuestrado por una violenta tensión que llena de gente armada los caminos y que hace que todos nos veamos de reojo.
Sin embargo, como sucede en otras latitudes, aun en las peores tragedias, la esperanza siempre se abre paso para generar un mejor futuro y los niños siempre representan esa esperanza de una vida nueva, por eso me ha calado hondo mi encuentro con Chayito, una niña de 9 años vecina de El Venado, municipio de Ruiz, un pueblo situado al pie de la sierra del Nayar, a un lado de un ondulante rio San Pedro que en tiempo de secas parece un inofensivo riachuelo, pero que en verano deja sentir la fuerza del agua que procede de la Sierra madre desde los confines de Durango.
El Venado es un pueblo donde la pobreza aprieta. A pesar de su exuberante vegetación que es apreciada por todos los lugareños que se dan cita en sus caudalosos arroyos cuando es temporada de aguas, realmente no hay mucho que hacer; algo de ganadería extensiva, arboles frutales y trabajo en la eterna construcción de la carretera Ruiz-Zacatecas es de lo que viven las familias ahi, muchos de ellos regresados de Estados Unidos, ahora por las redadas antiinmigrantes o por la muerte o enfermedad de un familiar. Eso paso con la familia de Chayito, sus papas migraron en los años 90 a California, a trabajar en la construcción. Cruzaron la cerca de metal que divide Tijuana del condado de San Ysidro y a su niña mas grande, en ese entonces de brazo, los coyotes la pasaron por la linea. Chayito nació allá, en el área de Santa Bárbara, solo recuerda como entresueños los anchos caminos y las palmeras de la costa californiana, pero sueña con regresar. De ojos vivaces, de trenzas que caian por sus hombros, Chayito me abordó llegando al lugar donde sería mi encuentro con los simpatizantes de su comunidad y me pidió si la ayudaba a hacer su tarea que consistía en entrevistar a un “personaje” y ella me decia que le pidieron entrevistar al cura, al maestro o al dueño de la tienda, pero que su mama le dijo que iria un senador a El Venado y que podria entrevistarme. 

Dueña de unos grandes ojos que miran fijamente sin intimidarse, la pequeña Rosario sacó su cuaderno y en una mesa de plástico comenzó a preguntarme mi nombre, mi origen, mi trabajo y, sobre todo, si me gustaba lo que hacía. Las respuestas las escribia con un lapiz amarillo, con letra redondeada y bien hecha, Cuando terminó me dio las gracias y se fue a correr con su hermana mayor al enorme patio del campestre donde fue la asamblea.

Al final de la reunión, al despedirme, le dije que ahora yo la entrevistaría y le pregunté si pensaba estudiar la secundaria y la preparatoria. Con seguridad, me contestó que esperaba terminar sexto año e irse a los Estados Unidos y llegar a ser “Pediatra”. Me sorprendió su respuesta y le inquirí que porque queria ser doctora, me dijo que porque admiraba mucho a su pediatra y su mama me aclaró que la niña era asmática y su cercanía con los doctores ha sido muy estrecha por su enfermedad. Sufre constantes ataques de asma que la hacen trasladarse mas de 40 km hasta la clínica del sector Salud en Santiago Ixcuintla. Ante la plática de su madre, Chayito solo atinó a mirarme y a sonreir, quizá sabe que sus sueños superarán cualquier enfermedad, 
Sus papas y ella se despidieron de mi alegremente. Dos dias después, recibí un mensaje de texto del teléfono de Olga, su mama, que me decía que la tenía internada por un ataque asmático y que en el hospital del sector salud no tenían la medicina para controlarla. Sentí el aguijonazo de la preocupación y el coraje. No es posible que en los hospitales públicos nayaritas no haya el medicamento para controlar un ataque de asma. Lejos del lugar donde estaba la clínica, le conteste a la mama que acudiera con algun conocido mio para que le consiguiera la medicina, pero ella, como una mujer que no se le atora nada, ya lo había hecho. 
En ese momento y al recordar las denuncias de la falta de vacunas pentavalentes para los niños que ya había recibido y las imágenes de los enfermos tirados en el suelo de los hospitales, decidí presentar el exhorto para que las autoridades federales y estatales se reunieran y trataran de superar las diferencias que tiene al sector salud de Nayarit en el completo abandono. No por causas de coyuntura política, como algunos fidelizados a los dos gobiernos suelen responder, sino al mínimo sentimiento de humanidad que inspira un caso como el de Chayito a la que que nos corresponde hacer efectiva su esperanza de cumplir sus sueños. Lo demás, es lo de menos.

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