viernes, 8 de febrero de 2008

LA HUELGA DE CANANEA

Cananea es un pueblo lejos de dios y cerca de los Estados Unidos y del Grupo Minero México. Polvoso, arrumbado, metido entre escarpadas y secas montañas, no obstante, sigue siendo un pueblo vivo. Invitados por el Sindicato Minero, llegamos allá después de un largo viaje que implico salir a las 730 de la Ciudad de México, una breve escala en Hermosillo y más de tres horas por carretera. La delegación la componíamos Jesus Ortega, candidato a la presidencia nacional del PRD, Carlos Navarro, Diputado federal por Sonora y yo.

Arribamos a mediodía, en medio de un ambiente de expectación, pues se celebraba un encuentro internacional de mineros al cual acudían cientos de representantes de otros sindicatos y secciones de toda la república. El gobierno local había corrido la versión de que después del Encuentro y aprovechando la presencia de prensa nacional y extranjera, además de los legisladores y dirigentes de otros sindicatos, los mineros intentarían retomar las instalaciones de la mina, que están ocupadas por mil policías federales desde el pasado 11 de enero.

El Encuentro se celebraba en el auditorio de la sección local, que estaba abarrotado de mineros. Al llegar al pasillo de acceso al presídium, anunciaron nuestra presencia y de pie, a una sola voz comenzaron a corear “ese apoyo si se ve, ese apoyo si se ve” al momento que todos levantaban el puño. Me impresionó la combatividad, organización, emotividad, coordinación y simbolismos del movimiento obrero mexicano en este rincón del país. No hay punto de comparación con la festividad del movimiento estudiantil o la masividad desorganizada del movimiento campesino, los obreros, diría Marx, basan su organización en la cooperación del trabajo. En la mina, en la fábrica, como en la defensa de sus derechos cada obrero o minero depende del trabajo de su compañero, no se entiende el uno sin el otro y los otros, lo cual se expresa en la organización de su lucha.

Desde el presídium, la visión es impresionantemente simbólica; Una silla vacía presidia la reunión. Era la de Napoleón Gómez Urrutia, “Napo”, el líder nacional de los mineros que debido a la ofensiva del gobierno contra él, lo han ascendido casi a la categoría de santo para sus representados. “con su permiso, licenciado Napoleón…” comenzaron varios oradores que hicieron uso de la tribuna y se dirigían a la silla vacia. Los mas de mil hombres de gesto duro (había poquísimas mujeres) gritaban consignas de apoyo a su líder todo el tiempo. “De charro a santo, gracias a la ayuda del gobierno panista” cavilé. La asamblea, subió de tono. Un minero americano, presuntamente experto en temas de seguridad laboral, constataba las paupérrimas condiciones de trabajo y garantizaba el apoyo de los mineros norteamericanos a sus hermanos de Cananea. “Ese apoyo si se ve, ese apoyo si se ve” coreaban ante la solidaridad.

El momento más emotivo fue aportada por una mujer que dio un discurso con el corazón; se dijo hija, esposa, hermana y madre de mineros. Se cuestionó a si misma, que el apoyo a sus hombres solo se diera en su casa, cuidando a sus hijos o curando sus males. Insistió a las demás mujeres de mineros a que salieran de sus casas y apoyaran en la lucha “que será larga y dolorosa” y cuestionó severamente a aquellas mujeres del pueblo que las critican y les sacan la vuelta, “quizás porque en secreto, nos envidian a nuestros hombres”. Termino diciendo a la asamblea, donde muchos mineros estaban emocionados hasta las lágrimas, que recordaran que ellos no estaban solos que tenían a su lado a sus mujeres todo el tiempo. Ante el aplauso rabioso, la consigna, gritada con gargantas anudadas fue “¡¡No estamos solos, no estamos solos!!.

Jesus Ortega tomó la palabra, les aseguró que el PRD ha estado y estará al lado de las luchas obreras y populares en el país y que los parlamentarios del Partido y del Frente Amplio Progresistas (FAP) habíamos insistido en la solución pacífica al conflicto y la salida de la policía federal de Cananea. La respuesta no se hizo esperar y los mineros gritaron “fuera, fuera, fuera” moviendo el brazo como si fueran uno solo diciendo a los federales que se fueran de su centro de trabajo. Era evidente que se sienten sumamente agraviados por la presencia de la PFP y por el desalojo que los retiró de la mina. Jesús se despidió bajo consignas de “ese apoyo si se ve” y “ni un voto al PAN”, pero también la de “Napo presente, en la lucha combatiente”. Nos agradecieron el apoyo pero dejaron muy claro a quien reconocen como líder. Por supuesto, ningún miembro de la delegación perredista mencionó ni una sola palabra acerca de Gómez Urrutia.

A la salida, se multiplicaron las entrevistas con la prensa local; a las preguntas que me hicieron reiteré las demandas de solución pacífica y de retiro de la policía federal, pero sume una reflexión más; no queremos otro Atenco, Lázaro Cárdenas o Oaxaca, exigimos al gobierno no criminalizar esta protesta social, los mineros están defendiendo su derecho a una vida más justa y a mejores condiciones de trabajo.

Ya en la camioneta, un reportero local, con evidente jiribilla, me cuestionó: “Oiga senador, ¿no cree que con su visita el PRD está politizando la huelga, si usted es de Nayarit, que viene hacer aquí? “Mire, un punto central de los estatutos y principios del PRD es apoyar las luchas obreras, campesinas, estudiantiles y populares de este país y eso es lo que estamos haciendo” De que si soy de Nayarit, eso no importa, ¿ve usted aquella foto que está en la pared del sindicato, donde están los mineros presos de la huelga de 1906? El peloncito de arriba a la izquierda era de Nayarit, se llamaba Esteban Baca Calderón, seguro también a él le preguntaron lo mismo” me sonreí y me despedí. “Buenas tardes y que viva la huelga de Cananea”.

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