sábado, 2 de febrero de 2008

Las lecciones de Pedro Aspe
Martes 22 de enero.- Ultimo dia de comisiones en San Lázaro. El punto central era la comparecencia de Dionisio Pérez Jácome para buscar su ratificación como Subsecretario de Egresos de la Secretaria de Hacienda. El tema se prestaba para cuestionar la política económica del gobierno de Calderón, por esa razón, prepare una intervención con los siguientes puntos:

Primero, le recordé la experiencia que yo había tenido con Pedro Aspe en 1991, siendo yo director de la Escuela de Economía de la UAN en uno de los encuentros preparatorios para la formación de la ANIDIE, la asociación de Escuelas y Facultades de economía. Ese encuentro se celebraba en Metepec, Estado de México, eran los tiempos de la borrachera salinista y la consabida soberbia de los funcionarios de su administración.

Ese día, Aspe había llegado en helicóptero acompañado de Arturo Salcido, entonces presidente del colegio Nacional de Economistas y por Juan Pablo Arroyo, quien entonces era el director de la Facultad de Economía de la UNAM. A ese encuentro, el Secretario de Hacienda iba a presumir, que bajo su conducción, el gobierno federal mexicano había logrado vender la mayoría de las empresas paraestatales y con ello, haber constituido un fondo de 7 mil millones de dólares que, decía ufano, apalancarían la estabilidad de la economía mexicana. Para el, en ese proceso, la venta de TELMEX era su mejor logro. Y decía con marcado orgullo que el había concluido anticipadamente “su tarea”.

Yo escuchaba sorprendido las palabras del funcionario. Desde las tierras costeñas en que había crecido y en la universidad en que me toco formarme y luchar, percibía las cosas totalmente distintas a la visión enternecedora con que Aspe describía el proceso de venta de las empresas paraestatales en todo el país. Mi duda surgía del doloroso proceso que en Nayarit se vivía debido a la venta que el gobierno de Carlos Salinas había de TABAMEX, que en mi estado se había traducido en tales estragos económicos y sociales tan fuertes que cambiarían por completo el modelo económico regional.

La reunión transcurrió tersa entre preguntas a modo y elogios mutuos y casi se terminaba cuando, en mi imprudencia treintañera pedí la palabra y cuestioné a Pedro Aspe; “doctor, pregunté tímidamente, ustedes ya han medido el impacto social de la venta de estas paraestatales? Porque en Nayarit, la venta de TABAMEX ha traído problemas muy fuertes, ha caído el numero de hectáreas plantadas, se ha reducido el financiamiento y las obras sociales que la empresa hacían en los pueblos tabaqueros, además del retiro del seguro social a los productores y el desempleo de miles de jornaleros y obreros de las instalaciones preindustriales muchos de ellos provenientes de las zonas indígenas y rurales de los estados de Nayarit, Jalisco, Zacatecas y Durango, pero sobre todo había dejado a la economía local sin la derrama económica que dejaba el financiamiento de las múltiples actividades derivadas del cultivo, de la industrialización, el almacenamiento y el transporte del tabaco nayarita? “¿Han medido ustedes el impacto que causaron con su política?”

Pedro Aspe me miro con ojos de pistola mientras le hacía la pregunta y cuando termine fruncio el ceño y se molestó ante la imprudencia. “ A mi no me corresponde eso”, “Es responsabilidad del INI o del gobierno del Estado de Nayarit, mía, no es” “Mi trabajo, de vender las empresas que eran una carga para el gobierno, ya lo hice. Yo ya terminé” , concluyo tajante. Acto seguido, se levantó y se fue, seguido de Salcido y Pablo Arroyo que no sabían que decirle. En la explanada del Centro Vacacional lo esperaba el helicóptero, lo abordó y desapareció. Ese era el sello de gobierno de Salinas, ni nos veian, ni nos oian. Asi nos fue.

Con ese antecedente, explicado asi de detalle a Dionisio Pérez Jácome, le dije directamente; “Su puesto es de vital importancia y debe usted ejercerlo no solo con honestidad, probidad y transparencia, sino y sobre todo, con sensibilidad social” y le solté “No vaya usted a hacerse como al aquel secretario de Hacienda, sr. Pérez Jácome", “Claro que no” me contestó tímidamente. Asi termino la mañana de ese intenso martes.

No hay comentarios: