martes, 27 de enero de 2009

LA ECONOMIA QUE PRESAGIA PELIGRO

Que año fue el 2008. Intenso, difícil, de contrastes y lleno de situaciones sorpresivas e inesperadas.

Internacionalmente, el precio del petróleo se incremento hasta 140 dólares el barril y en pocos meses, se desplomó hasta un poco menos de 40 y en nuestro país, el peso mexicano se devaluó 30% de su valor y de 10.80 se paso hasta 14.40. En fin, los indicadores económicos no son los más alentadores para la economía mexicana.

Ya lo había advertido desde hace un año, la crisis hipotecaria se convirtió en crisis financiera y al restringirse el crédito extendió sus tentáculos a la economía real. Los efectos eran lógicos, ante la depresión declarada en la economía norteamericana, los despidos y descansos en fábricas, negocios o empresas que emplean trabajadores migrantes mexicanos implicarían menores ingresos y por lo tanto, menores remesas o envíos a sus familiares en nuestro país.

La depresión económica del vecino país ha traído consigo una previsible caída de las exportaciones que a su vez se han traducido en una caída de la producción de la mayoría de las empresas de vocación exportadora de nuestro país. Con ello, el despido de trabajadores y la atonía económica de las pequeñas y medianas empresas proveedoras se presentan como una consecuencia lógica de la caída del sistema como fichas de dominó acomodadas para tirarse todas al momento en que alguien empuja la primera.

Quien paga las consecuencias de la crisis? Al final, son quienes no tienen otra cosa más que su fuerza de trabajo para vender y que al quedar desempleados ponen en peligro su propia subsistencia.

2009 será sin duda, el año en que viviremos en el peligro por las consecuencias devastadoras de la crisis mundial. Que hacer ante ello? Primero, reconocer oportunamente, la adversidad que se presenta. Segundo, tomar medidas a nivel macroeconómicos que creen demanda, que mantengan el empleo y que evite situaciones que pongan en riesgo la sobrevivencia de sectores de la población que vivan en pobreza extrema y resulten afectados directamente por estas condiciones.

En lo micro, lo recomendable es permanecer cautelosos y austeros. A los empresarios, sobre todo a los micro y pequeños empresarios, se recomienda posponer para mejores tiempos los planes de nuevas inversiones o la expansión a nuevos mercados., por lo tanto no contratar créditos, tener cuidado con los inventarios, reducir costos operativos y tratar de no afectar a la plantilla de trabajadores.- Bien haría el gobierno en estimular a aquellas empresas que han sido afectadas por la crisis y que hacen esfuerzos por no despedir a sus trabajadores.

Que hacer como ciudadanos? Mantener el empleo, no endeudarse con las casas comerciales ni mucho menos con las tarjetas de crédito que cobran los intereses mas altos del mundo, y obviamente no caer en las tentaciones de las grandes ofertas que ofrece el actual mundo de consumo.

La actual no es una crisis que conozcamos. Su naturaleza es distinta de las crisis de los años 80 o 90. Se trata, sobre todo, de una crisis clásica de sobreproducción, que ataca el sector productivo, no provoca inflación inmediata, pero genera desempleo masivo y abierto y su centro de erupción ya no está en las economías emergentes, por ahora se encuentra en el corazón de la economía global. Seguramente, el impacto de la crisis ya ha comenzado a sentirse, pero como un huracán, pasará en el tiempo. Solo esperemos que la destrucción que acarrea no sea muy devastadora.

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